…Pero sin prisa, que a las misas de réquiem nunca fui aficionado…
Así describía Sabina sus sensaciones al pasar la frontera psicológica de los 40 y diez, y esa es una de las frases que mejor describen las sensaciones ante el fin de semana que empieza este viernes en Madrid.
Allí se celebra el 24 congreso federal de JSE, mi último congreso federal como delegado de juventudes, la organización en la que entre cuando España gritaba contra la guerra de Irak, mi organización, en la que he crecido, en la que he aprendido tanto y la que me ha permitido conocer a tanta buena gente.
No me arrepiento del día que entre en Hernán Cortés 36 con mi amigo Kike a preguntar que era eso de juventudes. Allí había una panda de locos en un zulo: César (joven y sin entradas), Kurdo (no paraba quieto), Jorge (Bisbal con aun más rizos), Juanra (con pelo!!) y Jandro (con su abrigo largo que le llegaba a las rodillas).
Cuando me quise dar cuenta me había liado la manta a la cabeza y una noche cenando, Leire (mi diputada favorita y cuya hermana tiene mejor gusto para elegir coche) me decía directamente y sin anestesia que me fuese haciendo a la idea de lo que me esperaba en la agrupación local de Cáceres.
El resto ya vendrá dentro de un par de años en un post de réquiem, ya saben, sin prisa, que a las misas de réquiem nunca fui aficionado.
Muchas cosas han pasado, buenas, malas y mediopensionistas que diría el otro, pero me quedo con las buenas. Con la gente, con mi gente. Con las bodas y divorcios, con los campamentos, con los premios a la memoria histórica, con las jornadas, con el casar (mi segundo pueblo) con la gente que ha llegado después, con los que están llegando. Con los cabezones y hasta con el humor moralo (negaré haber dicho esto).
Se que puede sonar a despedida pero no lo es: sin prisa, que a las misas de réquiem nunca fui aficionado.