Son tiempos difíciles, nos habíamos acostumbrado a vivir por encima de nuestras posibilidades, áticos, duplex, cochazos… y de repente la burbuja del espejismo explota, y nos damos cuenta de que el ático, el duplex, el cochazo, los cruceros y el apartamento en la playa no son nuestros. Adiós a la buena vida, bienvenida la austeridad.
Esto, que es algo que hemos visto en muchas familias a nuestro alrededor, no ha escapado tampoco a la administración pública que también ha vivido por encima de sus posibilidades y se ha creído que podíamos tener de todo en todos sitios. Y cuando todo estalla es el momento de la racionalización, de recuperar para el vocabulario diario la «austeridad».
Son momentos de reorganizarse, de ser conscientes que hay que poner límites a los desmanes, de admitir que son tiempos difíciles, que hay que apretarse el cinturón en las casas pero también en la administración.
Llega el momento de explicar que nos habíamos pasado, que no podemos tener campos de césped en todos los pueblos, que no podemos poner piscinas climatizadas como setas o que la administración no puede construir aeropuertos en una comunidad autónoma como la extremeña, con poco más de 1 millón de habitantes.
Pero hay algunas cosas que son irrenunciables. Ajustes, austeridad y reconversiones todas las que hagan falta, pero siempre hay un límite, una raya que no podemos rebasar.
Un candidato a presidir la Junta de Extremadura despreció la semana pasada la innovación como modelo de futuro para Extremadura y compañeros suyos en otras comunidades empiezan a decir ya lo que realmente quieren: privatizar servicios públicos como la sanidad y la educación e introducir el copago como fórmula de financiación para estos servicios públicos básicos.
Y aquí es donde está la línea roja que no se puede rebasar. Primero porque el término ya es un engaño. La sanidad y educación actual no es de copago, es de pago directo, porque la pagamos todos con nuestros impuestos. ¿Quieren que la paguemos dos veces? o peor aun, ¿que entienden por dinero público?. El dinero público no es propiedad de un ente abstracto llamado administración, es dinero de todos los contribuyentes, es decir, es mi dinero, y el tuyo.
Hay líneas rojas que no nos podemos permitir rebasar, y puede que ya hayamos rebasado alguna. Es importante que la gente sepa que se juega en las próximas elecciones, es importante que sepamos que vienen tiempos difíciles en las que habrá que hacer cosas que no nos gusten, pero lo importante de verdad es que nadie caiga en la trampa de «todos son iguales», porque no es así.
Es importante que sepamos que nos jugamos, es importante que sepas #quetejuegas