Casi 20 dias después de marcharme rumbo al Camping de Alcántara con el campamento de Juventudes ya estoy de nuevo asentandome y reorganizandolo todo. 4 lavadoras después de haber regresado me siento delante del blog sin saber muy bien que decir ni por donde empezar.
– Un curso más en lo académico, un curso más que por fortuna empiezo ya a ver como un curso menos. Luz al final de un largo y cansino tunel, la seguridad de que hay luz al final ya es todo un sinónimo de tranquilidad.
– Un campamento más, con sus dificultades, sus aciertos y errores pero sobre todo con 15 dias de convivencia, conociendo la sierra de Alcántara (una gran desconocida para mi), los encantos de un pueblo y la tenacidad de un puente que aparecio una bonita tarde de julio custodiado por dos valerosos romanos a pecho descubierto ante las mirádas atónitas de turistas…
Y si poco antes de irme al campamento tenia la boda de dos buenos amigos en territorios casareños, no podia faltar otra boda casareña de otros dos buenos amigos a mitad del campamento, una boda diferente para mi: boda por lo civil; que quieren que les diga pero la ceremonia civil, bien orquestada por una novia pendiente de todo hasta el último mínuto (una leyenda urbana dice que llamó al ayuntamiento para ver como estaba todo el mismo día de la boda), supera con creces el boato de las religiosas.
Un mes de julio diferente.