Asistí a la obra por puro entretenimiento y por aquello de desestresar de un sábado de enero despejando un poco la mente. Me equivoqué, no dejo de dar vueltas a todo lo que he escuchado durante el espectáculo, lejos de las risas lo que encierra la obra es una critica profunda a la ausencia de respuestas que plantea la izquierda (toda) ante el fracaso de las políticas más conservadoras que nos han conducido a esta situación.
Mereció la pena, y se la recomiendo a todo el mundo, bueno, a Monseñor Munilla no.