Más de un año de ensayos colectivos en los que ha sido casi imposible juntar a las cerca de 50 personas que se han agrupado en torno a una ilusión colectiva: poner en escena una nueva representación de Zarzuela en Guadalupe. En este caso le tocó el turno a «El Huesped del Sevillano» de Jacinto Guerrero.
En esta ocasión he tenido la oportunidad de ver todo el proceso desde su inicio, de como costó elegir la obra adecuada y de las horas delante del ordenador para hacer una adaptación de una partitura preparada para una orquesta de cuerda a una más modesta formada por instrumentos de Banda. Quien sepa algo de música se puede imaginar el trabajo de chinos que supone esta adaptación musical en la que Cesáreo, mi padre, se ha tirado meses.
Muchas tardes de ensayo colectivo e individual preparando coros, solistas o ensayando cada uno en su casa su papel frente al instrumento.
Muchas semanas en el garaje de Manolo, cortando e ideando decorados y escenografía.
Un trabajo colectivo que en muchas ocasiones a algunos nos tocó vivir a kilómetros de distancia, pero que ha merecido la pena.
Dos días de lleno absoluto en las casi 400 butacas de la casa de cultura, aunque con ausencias destacadas, y es que como en ocasiones parece pasar en este pueblo, quienes más deberían apoyar e impulsar iniciativas ciudadanas como esta son quienes en los momentos que deberían menos están a la altura. Tiempo habrá para valorar todo en su justa medida, ahora es momento de disfrutar de lo realizado, ni las actuaciones durante ni los comentarios de después de aquellos que se mantuvieron ausentes, harán que el colectivo que puso en marcha El Huesped del Sevillano deje de estar orgulloso del trabajo realizado.
No todo han sido alegrías, una vez más la Calle Sevilla se ponía de luto, José Jado (para mi siempre será el Señor Jado), nos dejaba el día antes del estreno. Él, que como la señora Rosa, su mujer, tanto habían trabajado en las zarzuelas que se habían puesto antaño en Guadalupe, se marchó sin poder ver a Juan, su hijo, haciendo de embozado.
Me quedo con muchos momentos vividos en esta semana que he pasado en mi pueblo, pero hay uno en particular que me gustaría destacar: El homenaje a Ambrosio, Juanete, Leoncio y de manera especial a Isabel, la Duquesa Carolina de Luisa Fernanda, la voz de la Coral durante décadas. Isabel dijo que en estos momentos necesitaba algo así, yo creo que además se lo merecía con creces.
Y es que en esto de los homenajes, Guadalupe no suele estar a la altura. Los homenajes hay que hacerlos en vida, por eso en la banda de música ya pusimos hace algunos años en marcha un sencillo reconocimiento para nuestros mayores y para aquellos/as que cumplen sus bodas de plata en la Banda. Aun me cuesta entender como algunas personas de nuestro pueblo no han recibido el reconocimiento a toda una vida dedicada a trabajar por nuestro pueblo. Sigo sin entender, por ejemplo, que el Pabellón Polideportivo, el campo de futbol de la Estación o una calle, no lleven el nombre de Luis Reinoso, y me consta que él no es amigo de estas cosas, pero eso solo demuestra la humildad de un hombre que ha realizado una labor impagable con muchas generaciones de nuestro pueblo.
Más de un año de ensayos, ahora toca disfrutarlo y volver a levantar ese telón imaginario del centro cultural de la Puebla para dar posada de nuevo en el mesón del Sevillano a Fray Miguel y a «speedy», como diría Luis Masa: «YA VOOOOOY» !!!!