Termina un año 2011 difícil, marcado por esa palabra maldita que tanto se repite, «Crisis», y que no es otra cosa que el fruto de una situación complicada en la que vivimos.
Hace poco, en la celebración de los los VIII Premios a la Memoria Histórica, «El Tío Juan», un hombre de 102 años de Hervás y con una memoria privilegiada, nos decía que no teníamos ni idea de lo que decíamos cuando hablábamos de crísis.
Comenzamos pues un nuevo año, con ilusiones y proyectos renovados, con afán de cambiar cosas y de hacer propósito de enmienda.
El final y comienzo de un nuevo año tiene siempre una banda sonora propia en mi pueblo, en Guadalupe, donde cada año muchas familias cantan para festejar la navidad por las casas y bares de la puebla.
Termina la navidad, la Petenera ha muerto así que vamos a enterrarla mientras preparamos la zambomba, la botella y el almirez para dentro de 11 meses; mientras hacemos sitio al Huesped del Sevillano, igual tiene razón el Tio Juan y no sabemos lo que decimos cuando solo sabemos hablar de crisis, crisis y más crisis.